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Comprender lo esencial: el agua y sus variados perfiles minerales

Comprender lo esencial: el agua y sus variados perfiles minerales

Beber agua es una operación tan banal como imprescindible para mantener nuestro estado de salud. Sin embargo, no toda el agua que bebemos es igual. De hecho, cada tipo de agua tiene una composición mineral específica lo que puede determinar diferentes beneficios para nuestro organismo. El cuerpo humano está compuesto por más de un 60% de agua y, para que todos sus procesos funcionen correctamente, es fundamental mantenerse hidratado. De hecho, el agua ayuda a eliminar toxinas, favorece la digestión, mantiene la piel sana y elástica, regula la temperatura corporal y ayuda a absorber los nutrientes. En cuanto a las diferentes composiciones minerales, debes saber que existen diferentes tipos de agua en el mercado. Algunos tipos de agua, por ejemplo, contienen mayor cantidad de calcio, lo que es muy útil para la salud de huesos y dientes. Otro elemento frecuentemente presente es el magnesio, importante para el correcto funcionamiento de los músculos y del sistema nervioso. Luego están las aguas ricas en bicarbonatos, útiles para la digestión, o aguas con alto contenido en sodio, que sin embargo es mejor consumir con moderación. Naturalmente, la elección del tipo de agua a beber depende en gran medida de las necesidades específicas de cada individuo. Muchos, por ejemplo, buscan aguas bajas en sodio para controlar la presión arterial, o ricas en calcio para prevenir la osteoporosis. Alguien, sin embargo, puede preferir un agua con un sabor particular, a menudo determinado por su composición mineral específica. Además, es muy importante considerar el pH del agua. El agua alcalina, por ejemplo, con un pH superior a 7, puede ayudar a contrarrestar la acidez del estómago mientras que, por el contrario, un pH demasiado bajo podría irritar el tracto gastrointestinal. A la hora de elegir el agua, siempre es fundamental consultar a un médico o dietista para poder elegir con conocimiento de causa la que mejor se adapte a nuestras necesidades nutricionales. Sin embargo, no olvidemos que, sobre todo, el aspecto más importante es siempre beber lo suficiente, posiblemente repartiendo los distintos vasos de agua a lo largo del día, para garantizar una hidratación óptima del organismo. La salud y el bienestar, de hecho, comienzan con pequeños gestos cotidianos, entre los que seguramente se encuentra el de beber agua.

¿Qué minerales hay en el agua?

El agua mineral es mucho más que un simple calmante para la sed. Gracias a la presencia de minerales como magnesio, hierro, calcio, silicio, sodio y potasio, el agua mineral aporta nutrientes esenciales para nuestra salud. Los minerales son componentes químicos fundamentales para la vida, tanto es así que su ingesta diaria es fundamental para mantener el correcto funcionamiento del organismo. El magnesio contribuye a la formación de huesos y dientes, a la función de músculos y nervios y al mantenimiento del equilibrio electrolítico, mientras que el hierro es esencial para la producción de hemoglobina, una proteína que transporta oxígeno en la sangre. El calcio, el mineral más abundante en el cuerpo humano, es esencial para la salud de huesos y dientes, pero también interviene en la coagulación de la sangre y el funcionamiento de nervios y músculos. El silicio, aunque presente en menores cantidades, juega un papel importante en la formación y mantenimiento de los huesos, además de participar en la producción de colágeno, fundamental para la salud de la piel, el cabello y las uñas. El sodio y el potasio son especialmente importantes para el correcto funcionamiento del sistema nervioso y para mantener el equilibrio hidroelectrolítico, es decir, la proporción adecuada entre agua y sales minerales en el organismo. Un exceso o déficit de estas dos sustancias puede provocar una serie de problemas de salud como calambres musculares, debilidad, taquicardia o incluso shock. Cuando se habla de agua mineral, uno de los indicadores fundamentales a considerar es el residuo fijado. Este parámetro, expresado en miligramos por litro, indica la cantidad de minerales que contiene el agua. El residuo fijado se mide después de la evaporación del agua a 180°C y la posterior combustión de los residuos a la misma temperatura. A continuación, el agua se clasifica en diferentes categorías en función del residuo fijado: ligeramente mineralizada si el residuo fijo es inferior a 500 mg/l, mineralizada media si oscila entre 500 y 1500 mg/l, rica en minerales si supera los 1500 mg/l. l l. Cada categoría de agua mineral tiene propiedades específicas y puede ser más o menos adecuada en función de las necesidades nutricionales y del estado de salud de quien la bebe. Por tanto, no todas las aguas son iguales, y la elección de cuál beber puede afectar significativamente a nuestro bienestar físico. En consecuencia, es importante saber qué minerales contiene el agua que bebemos y qué tan alta es su mineralización.

tipos de agua

En la vida diaria, el agua se presenta en diferentes tipos, cada uno con características únicas que la hacen adecuada para diferentes usos. Sólo conociendo los distintos tipos podremos elegir el agua que mejor se adapte a nuestras necesidades. Las aguas cálcicas, como su nombre indica, tienen una alta concentración de calcio. Este elemento es fundamental para nuestra salud, de hecho el calcio es fundamental para el desarrollo y mantenimiento de huesos y dientes sanos, además de desempeñar un papel importante en la coagulación sanguínea y la transmisión nerviosa. Sin embargo, no todo el mundo es capaz de asimilar adecuadamente este tipo de agua, especialmente quienes padecen cálculos renales. Las aguas ricas en bicarbonatos, en cambio, son una auténtica panacea para nuestro sistema digestivo. De hecho, estos últimos neutralizan el exceso de acidez, favoreciendo la digestión. En cuanto a las aguas magnésicas, estas son ricas en magnesio, un mineral preciado que ayuda a mantener sano el sistema muscular, nervioso y cardiovascular. Las aguas sulfurosas son ricas en azufre y suelen utilizarse con fines terapéuticos, especialmente para el tratamiento de afecciones dermatológicas y reumáticas. También existen distintas aguas en función de su concentración en sodio: aguas bajas en sodio, ideales para quienes padecen patologías como hipertensión o retención de líquidos, y aguas ricas en sodio, aptas para quienes realizan una actividad física intensa y por tanto necesitan reponer el Sales perdidas a través del sudor. Las aguas cloradas, en cambio, son aquellas aguas que contienen sales de cloro. Estas aguas favorecen la digestión y la diuresis, por lo que suelen recomendarse a quienes padecen patologías gastrointestinales. Las aguas fluoradas contienen flúor que es un elemento muy importante para la salud dental, ya que ayuda a prevenir las caries. Sin embargo, el exceso de flúor puede provocar fluorosis, una afección que puede perjudicar la salud dental. Finalmente, las aguas ferruginosas contienen hierro, por lo que están recomendadas para quienes padecen anemia o quienes simplemente necesitan reponer este importante mineral. En definitiva, existen diferentes tipos de agua, cada uno con sus especificidades. La elección del agua para beber debe hacerse con cuidado, teniendo en cuenta las necesidades de salud y el gusto personal.

Que agua elegir

Aunque existen muchas diferencias entre las distintas aguas disponibles en el mercado, es importante subrayar que, en general, cualquier tipo de agua puede ser apta para asegurar un adecuado aporte de agua a nuestro organismo, salvo que tu médico te indique lo contrario. En primer lugar, podemos distinguir entre agua del grifo y agua embotellada. El agua del grifo, regulada por estrictos controles sanitarios, es una opción absolutamente válida y cómoda que nos permite reducir el impacto ambiental ligado al consumo de botellas de plástico. Sin embargo, puede variar mucho en sabor y contenido mineral dependiendo de la zona geográfica en la que vivamos. El agua embotellada viene en dos variaciones principales: sin gas y con gas. El agua sin gas suele ser la preferida por su aporte diario de hidratación, mientras que el agua con gas, gracias a su capacidad para estimular la saciedad, suele consumirse durante las comidas. Es importante tener en cuenta que el agua con gas puede causar hinchazón en algunas personas, por lo que si experimenta estos síntomas, puede ser mejor optar por agua sin gas. Las aguas embotelladas también varían en contenido mineral. Algunos, de hecho, son particularmente ricos en calcio o magnesio u otras sales, por lo que pueden utilizarse para integrar la ingesta de estos nutrientes en la dieta. También es importante recordar la opción del agua filtrada: un buen filtro de agua puede reducir la presencia de cloro y algunos tipos de minerales en el agua del grifo, mejorando su sabor. A la hora de elegir qué agua beber, el consejo general es variar: lo ideal es alternar el agua del grifo con agua embotellada, tanto natural como con gas, para garantizar al organismo una amplia gama de sales minerales. Por último, pero no menos importante, está el sabor. Cada uno de nosotros tiene sus propias preferencias en cuanto al sabor del agua, por lo que es fundamental que nos guste el agua que elegimos para beber. Sólo así nos animaremos a beber la cantidad de agua que nuestro cuerpo necesita. Cualquier agua está bien para hidratarnos, a menos que tu médico nos dé indicaciones diferentes en función de condiciones de salud específicas como hipertensión, insuficiencia renal, cálculos, etc., que pueden requerir agua con un equilibrio particular de sales minerales.

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